
De un tiempo para aca, decidí que voy a cambiar la palabra DESTINO, por la palabra: CAMINO.
Porque destino me suena a... algo que tiene un fin, un destino, un punto de llegada, y de ahí en adelante no hay mas nada, como cuando nos tomamos un ómnibus. El ómnibus se acerca, nos subimos, recorremos el camino que ya tiene marcado, y de repente, llegamos al destino, a ese punto o lugar determinado y nos tenemos que bajar. Pero no creo que lo que nos depara la vida tenga un punto final... Yo creo que siempre hay mas.
Un camino puede ser infinito, y de esa manera, para mi, funciona la vida. O al menos la mía. Nunca llego a ningún destino, nunca me quiero bajar, solo recorro caminos, voy probando desde los mas simples, hasta los mas complejos, pero... todos son caminos, y para poder encontrar cual es el correcto hay que atravesar miles de incorrectos, como si fuera un laberinto, damos vueltas y vueltas sin parar hasta que logramos salir. Todos los caminos nos conducen a lugares distintos, pero de nosotros depende a donde queremos ir hoy!
A veces las cosas se dan como uno quiere, pero a veces no. A veces nos animamos a ir a lo incierto, y otras veces decimos no... damos la vuelta y nos volvemos a casa seguros.
Pero yo no soy de esas que se quedan quititas ahí, en lo tranquilo, en lo seguro... No!! Yo no soy de las que se da por vencida, no le tengo miedo a enfrentarme al camino equivocado, al contrario... Aprendí a ser una guerrera, una luchadora, una perseguidora de sueños que nunca retrocede, nunca se da por derrotada.


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